El Acuerdo de París: un reto incumplible
El pasado mes de diciembre se celebró la última Cumbre del Clima. París se convirtió en el lugar en el que se decidía el futuro del planeta. Tras 13 días de intensa negociación se llegó a un acuerdo que la mayor parte de medios de comunicación definió como un gran éxito, y que sustituye al Protocolo de Kyoto. Ciertamente, si uno se queda únicamente con el titular el acuerdo se puede catalogar como de ambicioso. La meta del acuerdo es no sobrepasar los 2°C para finales de siglo (aunque se puntualiza que esta cifra deberá acercarse más a los 1.5°C). Ahora bien, ¿cómo se lograría esta meta? Pues recomendando a los países que alcancen su techo de emisión “lo antes posible”. Y aquí se encuentra el problema. Por un lado, se trata de una recomendación, puesto que los niveles de emisión de CO2 a los que se compromete cada país (contribuciones) no son vinculantes, es decir, no están obligados a cumplirlos. El carácter no vinculante del Acuerdo de París se debe a que el Congreso de los EE.UU no lo ratificaría si éste fuera de carácter vinculante. Por otro lado, no se ponen fechas para el comienzo de la reducción de las emisiones. Mientras que los países desarrollados se supone que ya han alcanzado su techo de emisión, otros como China no lo alcanzarían hasta 2030. Si a esto se le une que el acuerdo no entraría en vigor hasta 2020, el cumplimiento de la meta de menos de 2°C se convierte en realmente complicado.
Por otro lado, se señala que a partir de 2050 las emisiones netas de los países deberán acercarse a cero. Esto no quiere decir que no se emita ninguna tonelada de CO2, sino que las emisiones y las “capturas” de CO2 sean similares. Esto abre directamente la puerta a la implementación de tecnologías destinadas al secuestro y almacenamiento de carbono, y también a los mecanismos financieros destinados a la compraventa de derechos de emisión de CO2. Teniendo en cuenta el tremendo fracaso que ha supuesto la creación de los “bonos de carbono”, la especulación y la ineficiencia de este mecanismo financiero, las autoridades deberían repensar el funcionamiento de estos instrumentos.
Otros puntos negativos del acuerdo son la no inclusión de la aviación ni la navegación marítima, la escasa aportación de fondos para la adaptación o la reparación de daños en los países menos desarrollados.
En resumen, un acuerdo incumplible, destinado a limpiar la imagen de los políticos, a fomentar el capitalismo verde y la financiarización de los recursos naturales. Desde aquí, animo a la Comunidad Científica a que presionen a cada uno de sus países con el fin de que se cumplan las emisiones de CO2 propuestas o, en su caso, a que se modifiquen a la baja. Nos jugamos demasiado.
(Artículo publicado inicialmente en el blog de la Asociación Española de Comunicación Científica)
Autor:
José Luis Vicente Vicente.
Un nuevo récord: 400 ppm. Fracaso colectivo.
La semana pasada conocimos que por primera vez la estación atmosférica de Manual Loa (Hawaii) registró una concentración de CO2 media diaria por encima de las 400 ppm (partes por millón). Esto podría parecer un dato más de entre los muchos que nos bombardean cada día desde los medios de comunicación. Pero no es así. Hace 800.000 años que no se alcanzaba esta concentración (y teniendo en cuenta que entonces se tardaba miles de años en producirse estas diferencias).
De todos es sabido que un incremento en la concentración del CO2 atmosférico se traduce en un incremento de temperatura. Pero tal y como recordamos en este blog existe una cifra que puede marcar el límite, los 500 ppm. Es ahí donde algunos modelos matemáticos pronostican que se puede producir el colapso del sistema marino debido a la disminución en la producción de nutrientes en el océano por el incremento en la temperatura de las aguas.
Siempre recordamos aquí que afortunadamente la Tierra posee mecanismos de autorregulación que facilitan que las condiciones en ella permanezcan en un
El Ártico se deshiela… ¿Cuándo lo hará totalmente?
La semana pasada, conocimos que el Ártico alcanzó el mínimo histórico de extensión de hielo. El 16 de septiembre dicha extensión era de 3,41 millones de km², un 18% menos que el récord anterior, de 2007.
El hielo del Ártico se derrite a mayor velocidad de la esperada por los científicos, de tal manera que dentro de 20 ó 30 años previsiblemente se quedará sin hielo durante la época estival. Además, hay que recordar que este no es un fenómeno lineal, sino que es un proceso de feedback positivo, es decir, que a medida que queda menos hielo en el Ártico, éste refleja menos radiación solar (albedo) y dicha radiación es absorbida por el océano, incrementando éste su temperatura y provocando que se derrita más hielo. Y así sucesivamente.
La contaminación ambiental y sus consecuencias para la salud humana
Actualmente, cuando se habla de contaminación ambiental inmediatamente se piensa en un problema ambiental (generalmente en el Cambio Climático). Sin embargo, la contaminación ambiental constituye un enorme problema para la salud humana y es particularmente grave en las ciudades. En España, por desgracia en estos momentos lo estamos sufriendo en altos niveles, especialmente la contaminación atmosférica en en Madrid, donde se superan los límites establecidos por la legislación.
Es cierto que el Cambio Climático constituye un enorme problema para la población mundial, pero existen otros problemas ambientales que son enormemente importantes, también para la salud humana. No lo olvidemos…
¿Es eficiente el Protocolo de Kyoto y el Mercado de Derechos de Emisión de la UE?
Nos pasamos la vida escuchando a los políticos, científicos y todos aquellos que creemos que son incomparables a cualquiera de nosotros porque su nivel de inteligencia o de conocimiento se escapa a nuestro entendimiento. Si un especialista en economía dice que la crisis irá a peor, entonces, de la nada, de una simple idea que fue expresada en voz alta, la gente empieza a retener su consumo, comienza a caer la demanda, a subir los precios y todos esos efectos que se desencadenan iniciados por una simple expectativa. ¿Por qué es tan complicado mejorar nuestra economía, nuestro mercado laboral, el cambio climático? Quizás ni esos especialistas tan especialistas tienen la respuesta…
Investigando un poco, leyendo artículos y contrastando datos nos surgió la duda sobre la eficiencia del llamado y tan conocido Protocolo de Kyoto. Este protocolo, que surgió de la mente de algún “especialista” en el tema, pretende que varios países se comprometan a una reducción de las emisiones de CO2 en un plazo determinado y con ello evitar el ya confirmado cambio climático. Las emisiones de CO2 constituyen el principal causante del cambio climático. Una vez llegados a este punto, nos empezamos a preguntar si realmente esto se estaba cumpliendo, cómo se había planteado el cálculo de estas emisiones, su eficiencia económica y medioambiental etc. Debemos entender eficiencia como lo que realmente significa y no bajo ideas políticas o ideologías. La eficiencia quiere decir conseguir un fin, una producción, un objetivo, con el menor uso posible de recursos. Encontramos varios artículos en los que comenzamos a basar los argumentos que sustentan nuestra hipótesis de que el Protocolo de Kyoto, con el Mercado de Derechos de Emisión (instrumento desarrollado en la Unión Europea en el que se establece un total de permisos intercambiables para determinadas empresas y así cumplir el Protocolo) tal y como se plantea hoy en día, no es eficiente.
Plásticos que se degradan con el aire: el aditivo d2w
Hoy en día, nadie duda de que los denominados “plásticos” no pueden ser depositados directamente en el medio ambiente una vez convertidos en residuos debido a su mínima tasa de degradación, que puede llegar a ser de varios cientos de años. Por tanto, se hace necesaria una solución a este grave problema. Hasta ahora, dicha solución ha consistido en los denominados como “bioplásticos”, generados a partir de productos vegetales. Con este producto se logra sustituir el petróleo por un producto vegetal, lo cual supone un gran avance. Pero este tipo de plásticos posee una gran desventaja: el reciclaje. Los bioplásticos requieren ser compostados, en caso contrario se comportarán como plásticos tradicionales. Este proceso se realiza en plantas de compostaje, donde se controlan todos los parámetros necesarios para que el compostaje se lleve a cabo adecuadamente. Este tipo de plantas es escaso a nivel mundial y si a esto se le une el elevado coste de producción de estos materiales (aproximadamente el triple que el plástico tradicional), el coste total se puede hacer inasumible.